© Michael Morán/Otto
© Michael Morán/Otto
© Michael Morán/Otto
© Michael Morán/Otto
© Michael Morán/Otto
© Michael Morán/Otto
© Michael Morán/Otto
© Michael Morán/Otto
© Rafael Moneo / P - 2
© Rafael Moneo / P - 0
© Rafael Moneo /
© Rafael Moneo
© Rafael Moneo
© Rafael Moneo / West Facade
© Rafael Moneo / North Facade

Palacio de congresos y auditorio Kursaal

200best ES
Rafael Moneo
1999

Tipo

Centro de Convenciones

Etiquetas

infraestructuras culturales , espacios creativos, espacios de encuentro, espacios escénicos, ágoras contemporaneas, 200Best, monumentalidad contemporánea

Visitabilidad

Visitable

Descripción

En la primavera de 1990 el Ayuntamiento de San Sebastián convocó un concurso restringido para construir un auditorio y un centro de convenciones en el solar a que había dado lugar el derribo del Kursaal. No era éste el primer intento de construir en aquel lugar, ya que en los años 60 se había convocado ya un concurso internacional que ganó el arquitecto polaco Lubicz-Nycz y, más tarde, tras consultar a diversos arquitectos, se encomendó al equipo formado por Corrales, Peña Ganchegui y Vázquez Molezún la construcción de un complejo residencial del que se había comenzado la construcción. De ahí que el perímetro que se ofrecía a los concursantes –Botta, Isozaki, Corrales/Peña Ganchegui/Molezún, Foster y Moneo– fue el de la cimentación del complejo citado. Elegida la propuesta del arquitecto Rafael Moneo, comenzó la construcción del edificio en 1992, terminando las obras en 1999. La arquitectura del Kursaal nace de un lugar bien preciso, la desembocadura del río Urumea,  y puede que no sea una figura retórica el decir que es este accidente geográfico quien la inspira. La reacción del arquitecto frente al mismo fue evitar que se convirtiese en una mera extensión de la forma urbana tal y como la avenida de Zurriola sugería. Al aceptar como punto de partida que la fábrica urbana no podía extenderse, se propugnaba el olvido deliberado de la arquitectura convencional, buscándose como alternativa un edificio que mantuviese el carácter de accidente geográfico que aquel solar tenía. Y así surgieron los dos cubos, volúmenes abstractos capaces de absorber y contener el programa, inscribiéndose en el paisaje, acusando la presencia del monte Urgull y del monte Uría: los cubos, como dos gigantescas rocas varadas que rinden tributo de pleitesía a la geografía con el visible guiño que una y otra hacen a las dos mencionadas montañas. La dificultad radicaba entonces en mantener la condición abstracta de la propuesta, en materializarla y convertirla en un edificio. Algo que dio lugar a que el arquitecto explorase el potencial de un material con el que no había trabajado hasta entonces, el vidrio. Y no puede olvidarse el mencionar la deuda que el edificio tiene –por muy diversos motivos– con la Ópera de Sídney, por un lado, y con la obra del escultor Jorge Oteiza por otro, ya que puede que haya sido él quien haya enseñado a entender cómo sólidos primarios quedan dinamizados y activa dos al hacerse sentir en ellos el deseo de movimiento que introduce la intervención sea del escultor o del arquitecto. (Descripción aportada por Rafael Moneo Aquitectos)