Este edificio se sitúa en una zona semirural a las afueras de la capital danesa. El proyecto presenta una diferencia marcada entre su exterior, cercano a las construcciones agrícolas utilitarias locales, y el interior, espacio de una sutil intensidad emocional. La dualidad se establece también entre la planta y la sección. En planta, el edificio se organiza siguiendo un esquema reticular racional. Mientras que en sección, una serie de planos curvos crean un paisaje en el techo que acompaña el espacio longitudinalmente y lo acondiciona acústica y luminicamente. La forma en la que entra la luz es una de sus grandes logros. Inspirado por el modo en que las nubes filtran los rayos del sol, las curvas del techo esconden los lucernarios situados en la piel exterior. La luz resbala así por los paramentos de la iglesia de una manera matizada y sutil, evitando la luz directa y creando una atmósfera pacífica y etérea alrededor del altar. El perímetro del conjunto religioso lo ocupa una gran galería con cubierta a dos aguas iluminada cenitalmente que conecta los distintos espacios del conjunto religioso, que incluye espacio de reuniones y distintas salas para la comunidad parroquial. 

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